jueves, 7 de enero de 2021

Reminiscencias de mi infancia


¡Feliz como una lombriz porque escribo después de muuucho tiempo! Hoy, te traigo un libro de literatura infantil (eso de "infantil" lo confirmarás o refutarás vos al terminar de leer esta publicación)

¿Empezamos?

Ya desde la portada, este libro invita a leerlo. Su título “Pensemos con fábulas” (de Editorial Assissi) está bien puesto; bien, valga la redundancia, “pensado”. ¿Y por qué digo esto? Porque, efectivamente, en sus páginas vas a encontrar un llamado a la reflexión, gracias al aporte de su autora, Sandra Elizabeth Roediger (más adelante, desarrollo), a agilizar nuestro cerebro más allá del mero entretenimiento que puede proporcionar su lectura
.

Esta obra llegó a mis manos gracias a Masa Crítica, una iniciativa de la comunidad de lectores Babelio, en la que te podés postular a un título (o más) y, si salís seleccionado/a, te lo envían gratis para que escribas y publiques una reseña en su página.




¿Por qué elegí este libro, entre tantos otros? En mi infancia era de leer fábulas, por lo que me pareció interesante el tener la posibilidad de revisitarlas.

Me encantó el prólogo, en el que la autora incluyó algunos datos de los fabulistas, los cuales desconocía. Así, por ejemplo, nos enteramos que Esopo, quien nació en Grecia alrededor del siglo VII a C., era jorobado y tartamudo pero eso no le impidió "que creara tan bellas historias". La Fontaine, nacido en Francia en 1621, fue abogado y escritor. Samaniego, otro fabulista, español de nacimiento, era docente (este dato me dio ganas de investigar más sobre él ya que yo estoy en camino de serlo). Se mencionan a otros escritores que se dedicaron a este arte de contar historias con “moraleja” pero ningún dato me sorprendió más que el saber que el mismísimo Leonardo Da Vinci también incursionó en la literatura.

Como mencioné más arriba, la autora nos invita a “pensar” a través de estas historias con “moraleja” pero no se limita a transcribir los textos sino que los adapta, los “actualiza” e incluye sus propias reflexiones, que vienen como anillo al dedo para estos tiempos que corren, ya que advierte y aconseja en cuanto a no dejarse influenciar para probar alcohol o drogas, a no discriminar o a no hacer bullying, entre otras cosas y resalta valores como el respeto, la humildad, el trabajo, etc.

Un dato de color: cada una de las treinta y nueve fábulas, a lo largo de las noventa y cinco páginas del libro, están acompañadas por ilustraciones atractivas y coloridas, por lo que los más pequeños, aún sin saber leer, pueden disfrutar de las historias (siempre y cuando haya algún adulto que esté dispuesto a relatárselas, e introducir en el mundo mágico de las fábulas a su hijo o alumno. Porque este libro es, también, una buena herramienta didáctica para usar en las aulas).

En resumen, “Pensemos con fábulas” es un libro necesario, para compartir, para regalar, para disfrutar en familia, para intercambiar opiniones (yo lo hice con mi hijo). Son las historias antiguas que, vistas con el prisma del siglo XXI, nos muestran que no perdieron su esencia y tienen aún mucho más por contarnos y enseñarnos. Un soplo de aire fresco en medio de tanta negatividad y pesimismo que nos rodea.

¡Qué bueno que una editorial apueste por poner otra vez en el tapete el tema de los valores, la fe y la esperanza! Te dejo con un "pantallazo" del interior del libro.



¡Hasta la próxima reseña!

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